Por Mauricio G.

Las personas que viven en ciudades, generalmente se acostumbran a los ruidos externos provocados por el tráfico, bocinas, motos, música fuerte, gritos, ladridos de perros, etc. Sin duda esto nos presenta diversos escenarios en donde la contaminación acústica se hace presente. Desde vivir al lado de un pub, taller de cortes de maderas o fierros, convivir con vecinos que coloquen la música fuerte o trabajar en una oficina en donde constantemente se oyen las conversaciones de los demás.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que el ruido es cualquier sonido que supere los 65 decibeles (dB) y establece que a partir de los 75 dB  es perjudicial y doloroso desde los 120 dB. Ante esto, el organismo sugiere no superar los 65 DB durante el día y los 30 dB durante la noche para lograr un sueño óptimo. Si todos tuviésemos estos parámetros en cuenta, estaríamos menos estresados.

El hecho de no cumplir con estas recomendaciones, de manera prolongada, puede provocar pérdida prematura de la audición, aumento de la presión arterial y ritmo cardiaco. A nivel psicológico, el estrés, la ansiedad y el nerviosismo se hacen presentes.

Para evitar esto, debemos comenzar hoy a tomar medidas que nos ayuden a mitigar los ruidos en nuestro entorno, especialmente en nuestra casa. Para ello existen diversas formas de aislar el sonido. Desde sellar los bordes de nuestras ventanas con silicona o, si existe la posibilidad, cambiarlas por termopaneles. Colocar paneles o espumas acústicas en las salas de música o entretenimiento. Rellenar la tabiquería de nuestra casa con material acústico en caso de querer lograr el máximo de aislación en nuestro hogar.